La opinión pública española recuerda aún con furia y resignación las durísimas e interesadas palabras pronunciadas por el príncipe Alberto de Mónaco en contra de la candidatura de Madrid en el Comité Olímpico Internacional (COI). El actual monarca de Mónaco se preguntó por las garantías de seguridad después del estallido de un artefacto de ETA junto al estadio olímpico de La Peineta y disparó donde más duele. Las caras de estupor de Alberto Ruiz Gallardón, entonces alcalde de Madrid, y del entonces presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, lo expresaban todo. A esto me refiero cuando afirmo que hay muchas aristas externas que son, a veces, incontrolables e imprevisibles.
En cuanto a los motivos internos, lo primero que tenemos que hacer es reconocer, aunque duela, que hasta hace algunos años no nos hemos creído como ciudad que podíamos albergar unos Juegos Olímpicos y siempre que se va a pelear internacionalmente por un evento de este tipo con algún complejo de inferioridad, por más pequeño que sea, se fracasa irremediablemente.
Con el tiempo, es verdad, hemos superado encumbrados techos de cristal y hemos comenzado a vislumbrar que sí tenemos posibilidades reales de optar a ser sede olímpica. Esta generalizada sensación es avalada por un prominente presente y un prometedor futuro. Madrid hoy está en plena ebullición y ha logrado metas que parecían inalcanzables: es Patrimonio de la Humanidad desde 2021 con el inconfundible “Paisaje de la luz” que irradia el eje Prado-Recoletos y el Parque del Retiro; ha sido sede de importantes cumbres internacionales y ha sacado un sobresaliente de nota; ha organizado innumerables eventos culturales y deportivos de primer nivel; es líder mundial en celebraciones de congresos de toda índole; acogió recientemente los premios Laureus –conocidos como los Oscar del Deporte– y espera acoger un novedoso circuito de Formula 1 en 2026 y la final de la Copa Mundial de Futbol en 2030.
La ciudad de Madrid está viviendo un cambio espectacular y eso se nota en sus 21 distritos. Especial mención merece Carabanchel, el nuevo distrito cultural, que con su marca Distrito 11 está emulando al Soho londinense con gran éxito. Todo esto hace, repito, que podamos volver a creer en la posibilidad de celebrar aquí unos Juegos Olímpicos, después de los fiascos de 2012, 2016 y 2020.
En cuanto a una hipotética candidatura para los Juegos Olímpicos, la primera fecha disponible es la del año 2036, ya que los de 2028 están adjudicados a Los Ángeles (Estados Unidos) y los de 2032 irán a Brisbane (Australia). La alternancia de continentes indican que una ciudad europea podría organizar entonces esta cita. ¿Por qué no puede ser Madrid?
Ayer, mientras contemplaba la maravillosa puesta en escena en la ribera del Sena con la torre Eiffel de fondo de París 2024, soñé un Paseo de la Castellana desbordado por las delegaciones olímpicas con sus abanderados desfilando hacia la Puerta de Alcalá engalanada con los anillos olímpicos, un rebosante Estadio Santiago Bernabéu acogiendo las más altas competiciones y los 21 distritos imbuidos del espíritu de solidaridad que convoca el deporte. Lamentablemente, desperté y la realidad es que Madrid todavía espera.