Nos encontramos ante dos auténticos líderes de la comunicación audiovisual, Motos y Broncano, que con estilos diferentes, contrapuestos, pero con puntos de enlace en sus capacidades para transmitir con fuerza y vigor al espectador, ser originales en el tratamiento de los personajes y las entrevistas, nos están presentando claves de interés de cómo enganchar a los nuevos espectadores de televisión que quieren encontrar contenidos que entretengan, que animen y que supongan un revulsivo a la agotada televisión convencional.
Pablo, con su dilatado historial en los medios, sus orígenes en la radio y su proyección posterior en televisión, tiene un estilo muy directo de comunicación en el que mirando cara a cara al personaje y a la cámara, crea ese triángulo perfecto en que presentador-personaje-espectador se hacen uno.
Esa magia solo se consigue desde el talento, la experiencia y el oficio que Pablo Motos despliega cada noche. No es un presentador grandilocuente, no gesticula en exceso, lo justo, pero maneja correctamente el lenguaje verbal y el gestual, en el que apoya el movimiento de manos para remarcar lo que ya ha dicho con la voz. Un tono de voz de tipo medio, como la mayoría de los mortales, hace posible que pueda mostrarse con naturalidad y a la vez consiga hacer espectáculo televisivo con las entrevistas, pruebas y juegos del programa. Sabe transportar al espectador al estudio por la implicación con cada persona que ve desde su casa el programa.
Por su parte, David Broncano, desde el humor, nos muestra un perfil de presentador no habitual, transgresor, que consigue la magia de convertir al espectador en protagonista de su programa, al que prácticamente cede su silla de moderador y por su capacidad de transmitir con efectividad, logra acercar al ciudadano al teatro donde se realiza el programa. El espectador se teletransporta y es protagonista del programa, como en el caso de Motos. La diferencia está en que el equipo que acompaña a David también tiene una excelente integración en el espacio escénico.
Broncano habla a la gente de manera coloquial, como se habla por la calle, con finales de palabras que a veces se pierden en el oído, por ser una pronunciación poco remarcada para conseguir precisamente ese efecto de que sus frases nos lleguen como escuchamos a las de las persona con las que nos encontramos en el Metro. Esa es su plusvalía desde la comunicación verbal: hablar como la gente corriente, no como los presentadores al uso.
Una apuesta firme de futuro. Motos y Broncano juntos en un programa
Imaginemos un mundo de fantasía televisiva en que ambos comunicadores formaran parte de una misma cadena y presentaran al unísono el mismo programa. ¡La bomba! Sería el momento adecuado para analizar ese mano a mano entre dos monstruos de la comunicación audiovisual, con su forma de entrevistar, hablar al espectador, moverse en plató, utilizar el lenguaje gestual y manejar la voz para canalizar los mensajes. Esto es una ficción, pero sería el sueño de muchos programadores de televisión, sin duda.
Si esta aventura resulta imposible en estos momentos, no desdeñemos experimentos como el que hace muchos años nos presenté la radio, en que a través de una emisión determinado pudimos oír en el mismo espectro radiofónico a Luis del Olmo y a Iñaki Gabilondo dirigiéndose a los oyentes de sus cadenas correspondientes en la misma emisión.
Julio García Gómez es analista de expresión, experto en estrategias de comunicación de la Fundación Casaverde.