Siempre los dictadores han aspirado a perseguir y amordazar la independencia de los medios de comunicación (el verdadero y casi único rasgo que les legitima) porque la información es la herramienta más poderosa para malear a la opinión pública y transformar a esa sociedad desarrollada en un rebaño dócil, listo para pastorear y someter.
Sánchez, en clave pura y dura de tiranuelo, está obsesionado con moldear la narrativa y el relato de cuanto acontece (política, económica, culturalmente) en España. Necesita la distorsión de los hechos y, en paralelo, un ejército de periodistas que actúen como lacayos, como simples bayetas o felpudos en los que poder limpiar sus miserias (afecten a su partido, a su esposa o a su hermano); si es menester, naturalmente, pagadas estas bayetas (que gustosamente se prestan a hacerlo, sin dignidad, por un plato de garbanzos duros), con el sudor de la frente de los españoles.
Sánchez, en clave pura y dura de tiranuelo, sueña con la eliminación de toda suerte de crítica al poder, a su poder, corriendo precisamente para el ahogamiento de cualquier voz no ya de la oposición sino de lo que, en su delirio totalitario, considera ‘voces de la disidencia’.
Sánchez, en clave pura y dura de tiranuelo, está cada día más concentrado en arrojar a través de sus perrunas terminales mediáticas toneladas y toneladas de propaganda (fango monclovita) para la legitimación de sus propias fechorías; porque sólo así puede calificarse que un presidente de gobierno haya instituido en aliados preferentes a una tropa de golpistas (condenados por sus gravísimos delitos) y a todo individuo o grupo cuya meta sea derribar el orden constitucional en España.
¿Qué persigue, por tanto y en fin, el ‘Plan de Degeneración Democrática’ del tiranuelo Sánchez? Lo que todo enemigo de la democracia ha perseguido: construir una aparente imagen de estabilidad y progreso en el país mientras mantiene a la mayor parte de la población mansa, inactiva, silente, engañada, asustada, pasiva.
¿Algún día, por fin, España contará con una oposición fuerte, compacta y unida (no faldera ni desmovilizada) que se comunique, se organice y se levante al unísono y eficazmente para voltear este diabólico estado de cosas? ¿Sabe esa oposición de su responsabilidad por lo que pasará en la España del mañana por cada día valiosísimo día que hoy se está perdiendo? Todavía hay un gobierno que relevar, pero el avance hacia el Régimen es, si así seguimos, inexorable. Y entonces sólo habrá sitio para el derrocamiento.