El nombre del restaurante es un guiño a los dos perros de Harillo, Lúa y Bora, que han contribuido a que el espacio sea pet friendly para que podamos acudir siempre en compañía de nuestras mascotas. Un espacio amplio, luminoso y moderno, con una encantadora terraza que invita a alargar la sobremesa, y donde cada detalle ha sido pensado para que disfrutemos de una atmósfera acogedora mientras nos adentramos en su apetecible carta. Una formidable cocina de autor que recorre la gastronomía mediterránea con un toque personal e innovador, donde la calidad de los ingredientes se convierte siempre en su sello de identidad.
Nuestra velada en Lúbora comenzó con un impresionante Siu-mai de secreto ibérico que preparan con pasta wonton y que va rellena de un riquísimo secreto ibérico que maceran con ajo, jengibre y shichimi togarashi, esa famosa mezcla de condimentos japoneses que le aporta un acertado toque ligeramente picante. Un formidable detalle de bienvenida a modo de aperitivo que nos condujo a un original desierto foie mi cuit de pato y geles de mango, guayaba y vino dulce. Una sorprendente elaboración que preparan con foie fresco que congelan y texturizan para que podamos disfrutar a cucharadas en compañía de sus tres geles. Un irresistible bocado, que nos conquistó nada más probarlo y que dio paso al carpaccio de presa ibérica de bellota, con emulsión de anchoas y vinagreta de pistachos. Una receta que preparan curando la presa en sal durante veinticuatro horas, para después cortarla muy finita y la condimentarla con una delicada emulsión de anchoas y una sensacional vinagreta de pistachos. Una divertida combinación de sabores y texturas que gozamos plenamente antes de continuar unas exquisitas setas shiitake que van acompañadas de langostinos al ajillo, papada curada, un toque de carbonara de jamón y unas divertidas migas. Una delicia en toda regla, que nos obligó a rebañar el plato a conciencia antes de degustar unas riquísimas orejitas de cochinillo segoviano confitadas y fritas con aceite de oliva virgen extra que coronan con un colorido chimichurri. Un plato fuera de carta, que merece la pena pedir cuando lo tienen y que cada día cuenta con un mayor número de adeptos.
Continuamos con unas exóticas carrilleras que preparan a baja temperatura con la salsa de su propio juego, un toque de salsa Hoisin y que acompañan con un cremoso puré de calabaza especiado y un punto crujiente que viene de los divertidos cacahuetes caramelizados. Una receta original y seductora, que se deshace en la boca mientras nos embriagamos con sus espléndidos matices. Antes de pasar al dulce momento final, no pudimos evitar probar sus famosos callos, premiados como los mejores callos de la comunidad de Madrid en 2019. Uno de sus buques insignia, que mantienen en carta hasta en verano y que llevan un buen porcentaje de pata y morro, y una salsa untuosa y gelatinosa en la que merece la pena mojar.
Para terminar, pedimos la llamativa tarta de manzana a nuestro estilo que elaboran con hojaldre caramelizado, compota de manzana golden, manzana granny Smith fresca y helado de vainilla de Madagascar. El broche final perfecto para terminar una inolvidable velada protagonizada por la calidad y el saber hacer.
Lúbora Boadilla se convierte en el destino perfecto para disfrutar de la buena mesa en un acogedor ambiente que nos ayuda a desconectar del frenético ritmo urbanita. Una excepcional cocina de autor con raíces mediterráneas que conquista a todo el que la prueba. ¿Aún no conocéis esta pequeña joya gastronómica de Boadilla del Monte?
Lúbora Boadilla
Dirección: Calle Mariano Barbacid 12,
28660 Boadilla del Monte, Madrid
Teléfono: 911 26 16 50
Web: http://www.lubora.com/
Ticket Medio: 40€
Menú degustación: 55€