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CARTA DEL PRESIDENTE

Mercadillos de Navidad blindados: la última derrota de una Europa en extinción

Mercadillos de Navidad blindados: la última derrota de una Europa en extinción
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· Por Alfonso Merlos, Presidente del Grupo "El Mundo Financiero"

domingo 14 de diciembre de 2025, 09:42h
No era necesario -pero ya está negro sobre blanco, en letra impresa- que la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos estableciese que Europa, tal y como hoy la conocemos (con todo lo que implica en términos civilizatorios y de poder) desaparecerá. No por la acción sorpresiva e incontrolable de un meteorito sino más bien por analogía con la rana a la que se pone hirviendo hasta que perece, sin capacidad de reacción, sin ser consciente del camino lento e inexorable hacia la muerte. Y no era necesario porque los signos están, bien visibles, en cada esquina, en cada momento y circunstancia… en cada episodio que se transforma en eso, en una derrota clamorosa y patética en términos civilizatorios y de poder.

Dadas las fechas, es imposible que haya pasado desapercibido, o que sea anotado como mera anécdota sobre la que pasar de puntillas, el hecho de que París haya cancelado el concierto de año nuevo en los Campos Elíseos debido a la inseguridad causada por la inmigración ilegal, ni más ni menos; y que se haya modificado así una rutina festiva, religiosa, cultural, ancestral. Se mantiene un rápido castillo de fuegos artificiales pero se suprime la música en directo con el único objetivo de acortar de forma notable la duración del evento ante el riesgo de concentraciones masivas prolongadas que puedan allanar el camino a malhechores en general y a terroristas islamistas en particular.

Da igual el destrozo generado a operadores turísticos, agencias de viajes y organizadores de eventos porque lo prioritario es evitar un ataque. Y así, en paralelo, tres cuartas partes de lo mismo se está repitiendo en la práctica totalidad de los grandes mercadillos de Navidad de las ciudades y capitales más representativas de la vieja Europa que comparecen blindados, amurallados, en algunos casos casi acastillados. De nuevo ante el riesgo cierto de que -no sería la primera ocasión, por desgracia- se materialice un ataque violento e indiscriminado por parte de inmigrantes musulmanes descontrolados con motivaciones netamente criminales.

Y ésta es la gran paradoja, éste es el gran fracaso. Perturbamos la tranquilidad, rompemos la normalidad, alteramos los momentos de celebración de personas honradas que se dedican a trabajar, a vivir y a dejar vivir… construimos murallas y castillos y establecemos blindajes casi insoportables en los citados mercadillos de Navidad porque hemos renunciado temerariamente, penosamente, irresponsablemente, de forma suicida, a defender nuestras propias fronteras.

Es el puro suicidio. Abrir las puertas de tu casa al enemigo, a quien viene con afán perturbador, destructor. Y romper la tranquilidad, la normalidad… la paz de los comunes. La indolente Europa va tarde para despertar. Sigue su sueño, su siesta, su modorra, la de la insensatez, la de la autodisolución tal y como hoy la conocemos. Y lo que es peor, recriminando, descalificando, embistiendo, con la solemnidad de un bobo, contra quienes -como se ha hecho desde la Administración Trump- han hecho sonar por enésima vez un desatendido despertador.

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