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Enrique Calvet es eurodiputado. |
Vaya por delante que políticamente el pueblo español, único depositario de la soberanía sobre todos y cada uno de los rincones geográficos de España, es un concepto muy fácil de definir. Así, el pueblo español es el conjunto de las personas derecho habientes a un DNI español. Nada más. En cambio, la fake new a desmontar esta semana es la existencia política de un así llamado pueblo catalán, un "sol poble”. Es un concepto como poco, indefinible, y como mucho, peligrosamente definible por apelaciones de corte racista. En efecto, para otorgar derechos políticos diferenciados conviene definir el colectivo que democráticamente se los merece. Ahora bien, ¿qué sería el pueblo catalán? ¿El Sr. Montilla, sí, pero su hermano en Iznájar, no? ¿Eduardo Mendoza, si, y yo, descendiente de somatenes con 5 apellidos catalanes entre los nueve primeros, no, porque no resido allí? ¿Y qué pasa con los de Perpiñán?
Nada se sostiene. Un pueblo políticamente no se puede definir porque se resida siempre, o temporalmente, en una zona administrativa, ni porque se comparta una lengua regional con otras regiones de Francia, porque si la lengua hiciera pueblos, seríamos ingleses. No, para dar discriminados derechos políticos, como el derecho de autodeterminación, hay que definir, y democráticamente, el colectivo al que ha de aplicarse.
Ahora bien, sí existe, sin duda, una cultura catalana, para mí maravillosa, de los dos lados de los Pirineos, que comparten una parte importante de los habitantes de las regiones europeas cuyas generaciones han transmitido y transmitirán. Se puede hablar, por lo tanto, de una maravillosa cultura catalana. Si alguien quiere llamar a eso Nación cultural, bien está.
Pero cuando los rasgos culturales innegables que conviven con otros se utilizan para discriminar políticamente y para establecer una Nación diferente es cuando “el Pueblo” se define con criterios racistas y supremacistas. Y eso es democráticamente inaceptable. Así que quedémonos con Nación española y cultura catalana y no apelemos a la raza aria.