Hablemos un poco de las simplezas que nos intentan confundir en los temas vitales que son la igualdad, la solidaridad y la libertad. Y antes de las elecciones , que algún soñador ha calificado de “ las del remordimiento”, conviene hablar, y aclarar, sobre la igualdad. En la democracia española definida en sus aspectos esenciales en su no respetada Constitución, la igualdad plena sin fisuras ni excepciones, es consustancial. E irrenunciable. Vendrá alguien a decirles: “Eso es imposible, no existe, nunca serás igual que Amancio Ortega o la Reina de España”….¡Vaya chusquería! Nadie habla de una igualdad material ni institucional, fruto coyuntural de miles de circunstancias vitales que pueden cambiar en un instante (la lotería, unas elecciones, una herencia, por ejemplo). Seamos serios, estamos hablando de un valor toral, un principio que establece la Ley democrática.
Tampoco estamos hablando de igualdad de oportunidades, que sí es un “desiderátum” por el que hay que luchar continuamente, pero que se puede dar en distintos regímenes.
No, la igualdad con la que soñamos los defensores de la España de libres iguales y solidarios es la que asegura la soberanía del ciudadano, el principio toral que establece la Ley y defiende la Justicia: es la igualdad de derechos y obligaciones POLÍTICAS, en el sentido más noble. La que aborrece de ualquier discriminación entre españoles por razones de sexo, raza, creencias o residencia. La que asegura que nadie puede quitarnos el derecho a decidir democrático sobre nuestro futuro colectivo para otorgárselo a cualquier sub-colectivo. La que hace imposible que los españoles estemos en una “Nación de naciones” con distintos derechos políticos.
De eso se trata de nuestro esencial cemento democrático. No frivolicemos con desenfoques frivolones. Y Uds. verán si esa igualdad fundamental , que condiciona todas las demás, y todas las libertades, además de conformar nuestra dignidad y nuestro ser goza, de buena salud en España. Y después voten, si les importa.