Las dos semanas anteriores aclarábamos verdades sobre los principios de igualdad política y solidaridad, indispensables para una democracia moderna, nos falta rematar con el irrenunciable principio de libertad. Saliendo de una situación autoritaria y dictatorial, que fue el franquismo, nadie puede dudar que las libertades políticas recogidas en nuestras Leyes más fundamentales son totales y más que homologables, ejemplares, para las democracias modernas. Y nuestra jurisprudencia y sistema de Justicia están volcados en el axioma “favor libertatis” hasta la temeridad. ¿Quiere esto decir, por lo tanto, que nuestra Democracia está ayuna de igualdad y solidaridad, pero, por lo menos tenemos libertad? Pues, con la verdad por delante, no tanto.
La libertad que viven los ciudadanos, tiene que ser real, no únicamente diseñada con maestría en los textos legales. La libertad se ejerce, junto con la de los demás, no se lee. Y para ello existen dos condiciones claves: el respeto social a la libertad del otro dentro del contrato social elegido por todos (la CE), y, sobre todo, la protección activa y exigente de las Instituciones al pleno ejercicio de la libertad de quién respeta la Ley. La protección de los derechos civiles de todos frente a liberticidas totalitarios y cómplices. Y ahí vamos mal.
¿ Con qué libertad se vota en los valles de Vascongadas y determinados barrios, o en el “hinterland” hispano-catalán? ¿ Quién protege en Alsasua o en Balaguer contra el amedrentamiento y la opresión?¿Qué vale mi libertad si no puedo elegir dónde trabajar en mi Patria si no puedo escolarizar a mis hijos en la única lengua común , y además universal? ¿ Que libertad existe si un juez, para ejercer su trabajo, debe exiliarse de su domicilio por la impunidad del acoso al que se ve sometido? ¿De qué libertad hablamos si se tuvieron que exiliar más de 10000 profesores de hispano-cataluña y millares de vasco españoles por puro terror, y sus opresores campan por sus respetos en Instituciones que financian los exiliados? ¿ Quién protege mi libertad si las sentencias de los tribunales, así sean de altos, no se cumplen impunemente ¿ Qué libertad existe si no se combate el racismo (Pujol, Torra) y el supremacismo desde las Instituciones? Y como me imagino que Uds. Mismos tendrán mil ejemplos, no gastaré más su tiempo en citar más. La libertad real, la que clama por una protección muy contundente e indispensable para existir, necesita reimplantarse en España- En particular por medio de la educación
Me dirán Uds. que eso sólo existe en dos o tres regiones de España ( por ahora). Entonces les recordaré los principios de igualdad y solidaridad. Si no existe posibilidad de ejercer plena libertad en alguna región de España, es que no existe libertad en España. Así va nuestra agónica democracia ilusoria.