Nos resultó un poco patético cómo diversos padres, o madres, de la Patria, de diversos bandos, venían a pasar el cepillo. Desde Cantabria hasta Canarias, pasando por el maestro eficaz e insaciable que es PNV, muchas Señorías se dedicaron a pedir para su Partido, dizque para su área geográfica. Y eso, que supone convertir el Parlamento Nacional en una Cámara territorial es destructivo para nuestra Democracia, y contrario al artículo 2 de nuestra Constitución. Se dé la importancia que se dé a las Comunidades Autónomas, la base es que la soberanía nacional reposa en la ciudadanía, en todos y cada uno de los españoles, estén dónde estén y se muevan dónde se muevan. Y los diputados son los representantes de esos ciudadanos todos, y su deber, desde el momento en que son elegidos como diputados, es defender, por encima de todo, la mayor prosperidad, libertad y solidaridad para el conjunto de los españoles. Es fundamental entender ese pilar fundamental de la democracia española (y la francesa, la holandesa, la australiana…). Para eso se les obliga a jurar o prometer la Constitución, y observen, por eso, la circunscripción electoral es la provincia y no la región. Lo mismo reza para los eurodiputados españoles
Si España necesita una Cámara territorial, lo cual hoy en día puede parecer conveniente, para eso está el Senado. Pero es totalmente letal convertir por la puerta de atrás al Parlamento de la Patria, el único, en Cámara territorial. Ello se opone al funcionamiento de la democracia, permite un enfrentamiento entre regiones administrativas sobre bases desigualitarias en torno a temas de Estado y termina enfrentándose al bien común. Qué decir si, además, en esa democracia se les da poder de chantaje a fuerzas regionales separatistas, caso singular español, que ya se desenmascararon olvidándose de viejas promesas hipócritas de lealtad.
Esta es una de las razones torales de que España se haya vuelto totalmente ingobernable, y, sobre todo, intolerablemente desigualitaria.
Con la verdad por delante, acabar con esa aberración necesitará mucha e intensa educación cívica durante un par de generaciones. Y en ese tiempo la Democracia española se habrá desangrado. Pero modestamente proponemos una solución de emergencia desde el sentido común. Bastante más honesta y eficaz que el lisérgico debate sobre el artículo 99 de la CE e inspirado en Alemania. Exija la Ley electoral que para entrar en el Parlamento los Partidos se presenten al menos en 26 provincias y recaben, al menos, entre el 3 o 5 por ciento de los votos emitidos.
Volveremos sobre el tema.