La crisis del coronavirus ha tenido y seguirá teniendo un impacto significativo en el comportamiento de las grandes empresas. No en vano, ya se ha registrado una caída -y en algunos casos la eliminación- de los dividendos, una reducción en los salarios de los altos ejecutivos, y la imposibilidad de hacer previsiones para lo que queda de 2020. Sin embargo, apenas se ha comentado el desplome de las inversiones en bienes de capital (Capex), tanto tangibles como intangibles, para la compra de equipamiento profesional y también para la inversión.
Según un informe reciente de Price Waterhouse Coopers (PwC), los directores financieros de todo el mundo tienen previsto recortar el gasto de capital y en TIC y reducir el tamaño de la plantilla para poder hacer frente a las consecuencias económicas de la crisis del coronavirus. Concretamente, según el análisis de PwC, el 82 % de las empresas están centradas en reducir costes, el 62% prevé retrasar o cancelar inversiones previstas, -especialmente las de bienes de capital-, y el 53 % afirma que reducirán el gasto en TIC. Según Goldman Sachs, el Capex del S&P 500 caerá un 27%, alcanzando la cifra de 534.000 millones de dólares en 2020.
A raíz de este desplome, se pregunta qué impacto tendrá en las bolsas. Sería razonable pensar que el Capex tiene relevancia para los inversores en renta variable, porque es un indicio de que los empresarios están gastando dinero para financiar el crecimiento y porque supone una buena noticia para los vendedores de bienes de capital o de equipos informáticos, por ejemplo. Sin embargo, los datos históricos muestran que, en la práctica, el valor en bolsa ha sido inversamente proporcional a la evolución del Capex. Las empresas suelen invertir en crecimiento cuando su valor aumenta en bolsa. Y en cambio, en un mercado bajista, es más difícil que obtengan financiación para aumentar el gasto.
Según un estudio del Journal of Human Capital, el aumento del Capex es una consecuencia directa del aumento de los beneficios pero la rentabilidad no es necesariamente proporcional al aumento del Capex. Por su parte, una investigación de McConnell / Muscarella (1985) reveló que las empresas generalmente anunciaban un aumento del Capex cuando generaban buenos resultados en bolsa. Y es por este motivo que se utiliza el Capex como indicador del bajo rendimiento y no al revés. Según estudios posteriores (Blose / Sheith, 1997 y Vogt, 1997), hay una correlación positiva entre la magnitud de la respuesta y el nivel actual de inversiones nuevas. O lo que es lo mismo, los mercados reaccionan al anuncio de nuevos planes de inversión y las empresas gastan más cuando la reacción es positiva. Sin embargo, según un estudio de la Oficina Nacional de Estadísticas Económicas (2004), las empresas que aumentan de manera dramática el Capex tarde o temprano consiguen un retorno negativo respecto al valor de referencia. Un dato que sugiere que las empresas que más aumentan el gasto en capital suelen rendir peor en los cinco años posteriores. Y otro estudio (Christopher Anderson, 2016) reveló que las empresas con un Capex acelerado conseguían un retorno secuencial en bolsa inferior a las empresas con un menor crecimiento del gasto.
En conclusión, los datos históricos nos sugieren que las empresas con un Capex superior rinden peor en bolsa y, por tanto, los anuncios de recortes por el coronavirus no significan que estas empresas vayan a ser castigados en el medio plazo. Sin embargo, la reducción de las inversiones, que son necesarias para el crecimiento, sí influirá negativamente en la innovación y en nuevos proyectos a largo plazo.