Refiriéndome especialmente al caso del turismo, aunque no se diferencia de otros sectores productivos, si creemos en un futuro, si somos capaces de visualizarlo y si además estamos convencidos que la herencia que dejemos depende mucho de lo que hagamos en el presente, entonces sería muy fácil comprender la necesidad de pensar que el turismo debe ser sostenible y asumirlo como una necesidad no negociable tanto por parte del sector público, como privado, por empresas así como por destinos turísticos.
Es evidente que en muchos países y en concreto España, no hay duda que la reactivación turística en esta nueva época pasa por una apuesta política hacia la sostenibilidad y la digitalización y se aprecia claramente como una gran mayoría de destinos están lanzando este mensaje que hasta se confunde en muchas ocasiones como si fuese un “claim” o reclamo turístico, que entiendo sería un error por su poca diferenciación.
Permítanme citar la definición de turismo sostenible de la OMT como «El turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas.» Y si bien el concepto proviene muchas décadas antes, cuando Gro Harlem Brundtland fue capaz de sintetizarlo en una contundente definición de la sostenibilidad como “el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”
Por tanto es obvio que si hablamos de sostenibilidad en el turismo, tenemos que tener en cuenta que es imprescindible acertar en sus 3 dimensiones: ambiental, social y económica, algo que suele olvidarse muchas veces en aras de una competitividad turística que se aleja de las dimensiones ambientales y sociales.
Si somos capaces capaces de medir el éxito en función de los resultados a medio y largo plazo, entenderemos que ser sostenibles nos ayudara mucho a conseguirlo
Probablemente uno de los malentendidos extendidos en el turismo, es la repetitiva confusión de poner la sostenibilidad como el objetivo a conseguir y debería ser ésta una herramienta de gran valor para conseguir el éxito en el turismo, ya sea como destino o como empresa turística.
Si somos capaces capaces de medir el éxito en función de los resultados a medio y largo plazo, entenderemos que ser sostenibles nos ayudará mucho a conseguirlo. Es decir sin aplicar el criterio de sostenibilidad no sería posible alcanzar ese éxito.
La cuestión también está en el error de promocionar y comercializar productos turísticos sostenibles en vez de los valores que conlleva como respuesta a las necesidades, motivaciones y expectativas de la demanda objetivo.
La cuestión también está en el error de promocionar y comercializar productos turísticos sostenibles en vez de los valores que conlleva
Posiblemente existe una brecha o gap de comunicación para saber interpretar los beneficios tangibles de la sostenibilidad a la hora de percibir los atributos derivados de este valor en la cadena de producción turística, es decir saberlo traducir como satisfacción al consumidor, turista, viajero, o excursionista, así como ajustar el precio midiendo la inversión a medio y largo plazo, porque el precio importa y mucho.
Quizás dentro de unas décadas no se entenderá que puedan existir destinos y empresas turísticas exitosas no sostenibles.