Pero, en Portugal, los electores han decidido repudiar la desestabilización politiquera y castigar a los “revoltosos frikis”, socios del Gobierno (piensen siempre en Podemos y su afán destructivo) y apuntalar el liderazgo del socialdemócrata Antón Costas, que ha sido protagonista de unas brillantísimas gestiones en plena crisis y en condiciones muy difíciles. ¡Qué envidia de la política de una Nación dónde aún existe la social democracia patriótica, preocupada por la igualdad! Portugal entra en una nueva etapa de estabilidad política y capacidad de gestión económica. Y, si a los portugueses les va bien, es bueno para Europa y para los españoles. El cuarto, y gran país, que citaremos, es Italia. En una situación siempre delicada y demasiado acostumbrada a la desestabilización, los políticos transalpinos, en su mayoría, por supuesto, acaban de dar una lección de madurez y responsabilidad. Es una suerte de carambola a dos bandas que devuelve a Italia la solidez, seriedad y credibilidad de los últimos años de Gobierno Draghi. En primer lugar, cuando Italia se volvía a fraccionar en politiquerías de bajo nivel para elegir un nuevo Presidente de la República, descartando por necesidad a D. Mario Draghi, los políticos han sabido reaccionar y reconducir (tras convencerlo con dificultad) al actual Presidente Matarella para otro septenio. Al reconocer su enorme aportación a la terrible crisis institucional que tuvo que solventar trayendo a Mario Draghi a la Presidencia del Gobierno en un momento de cuasi-abismo, y al admitir su enorme capacidad y experiencia, han asumido que es el único que asegura la unidad y la estabilidad indispensable en temas de Estado.
Y con ello, sobre todo, han asegurado la continuación de D. Mario Draghi al frente del Gobierno de Italia, que era lo que estaba en peligro, o bien porque se presentara él a la Presidencia de la República, o bien porque volviera a Italia la pugna partidocracia mediocre por encima de los intereses del bien común en un momento de trascendente recuperación con fragilidad. Al apostar por la estabilidad, el alto nivel político a-partidario y el europeísmo experimentado y sabio, Italia ayuda a todos los ciudadanos de la UE, y por ende a los españoles que ya pueden agradecerle, en parte, la abundante aportación financiera UE a la salida de la crisis, ya que Italia abrió el camino. Que lo sepamos y podamos aprovechar o no, ya es cosa nuestra, aunque conviene echarle un ojo al método de Draghi…
Me dirán Uds. que falta por citar un País del Sur, España. ¿Es que no hay buena noticia que mentar? En economía y política, desde luego que no. Sin embargo no se puede dejar de mencionar esta semana la soberbia gesta de Don Rafael Nadal, nuestro mejor embajador en la “soft diplomacy”. Y no sólo por el logro en sí, inmenso, sino por su ejemplaridad, su nobleza, y su gran mensaje: con sacrificio y valores se puede resurgir, se puede renacer.