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DEMOLEDOR ANÁLISIS

El desastre de los argumentos ecologistas recogidos en la Agenda 2030

La 'domesticación' que hacen los Humanos de los entornos salvajes no es nociva para el Medio Ambiente, sino todo lo contrario: lo preserva y lo mantiene para las generaciones venideras.
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La "domesticación" que hacen los Humanos de los entornos salvajes no es nociva para el Medio Ambiente, sino todo lo contrario: lo preserva y lo mantiene para las generaciones venideras.

· Por Damián Carmona y José Ramón Riera

viernes 22 de julio de 2022, 09:30h

Cada vez que una persona sin conocimientos en las disciplinas científicas relacionadas con el medio ambiente accede a un cargo que tiene que ver con la gestión de éste, ocurre algo paradójico, normalmente intenta suplir sus carencias técnicas con una militancia fervorosa de las tesis ecologistas. Al igual que sus partidarios, intentan aprovechar la afinidad semántica para confundir a la sociedad, haciéndose pasar por expertos ecólogos con opiniones fundadas científicamente. Pero nada más lejos de la realidad, el ecologismo es una militancia ideológica, que lejos de plantear un uso sostenible de los recursos naturales, pretenden una vuelta al tribalismo, incluso, a costa del ser humano.

La actuación de la ministra de Transición (“Traición”) Ecológica, Teresa Ribera, encaja perfectamente en este ejercicio de transformismo, pues, como muchos de sus colegas utiliza los argumentos medioambientales como excusa para lograr sus fines políticos. A este selecto grupo de fundamentalistas, en los últimos tiempos, la realidad les ha pasado por encima. El problema es que las consecuencias de sus políticas ficticias y caprichosas de autorrealización las debemos pagar los ciudadanos.

Putin les ha demostrado que es posible que haya un cambio climático, pero lo que no cambia es la naturaleza totalitaria del comunismo. Su invasión de Ucrania ha puesto en evidencia la peligrosa ingenuidad de la “alianza de civilizaciones” de Zapatero y, con ello, ha puesto en evidencia la endeblez del “pacifismo” de salón, comprometiendo, además, como mínimo en el corto plazo, la lucha contra la descarbonización.

Ahora, cuando no existen soluciones sino parches, esos líderes melifluos, políticamente correctos, que emulando al capitán del Costa Concordia dirigen nuestro continente hacia las rocas, declaran verdes la energía nuclear y el gas. Para más inri, los verdes alemanes se dedican a quemar carbón desaforadamente y, para rematar la faena, resulta que la opinión pública española comienza a preguntarse porque hemos renunciado al “fracking”, cuando como demuestra un informe de Deloitte, España podría autoabastecerse y dejar de comprar gas natural al extranjero e incluso convertirse en exportadora de gas.

Por si fuera poco, España arde por los cuatros costados ¿a causa del cambio climático? como se excusa Pedro Sánchez o, como realmente ocurre, consecuencia de las políticas fundamentalistas de unos ecologistas que cuando han llegado al poder han acabado con toda actividad humana en unos ecosistemas que, por mucho que se empeñen, no son naturales, sino producto de la interacción entre la naturaleza y el ser humano durante milenios.

Dice el refrán que, en casa del pobre, dura poco la alegría, lo que por desgracia es muy cierto, pero los argumentos del idiota solo duran hasta que se ponen en práctica. Los ecologistas sandía, que visten de verde, pero tienen rojo el corazón y lo que es peor la mente, gozan en nuestra sociedad de un prestigio y una influencia que no les corresponde por representatividad, como se demuestra cada vez que se presentan a las elecciones, ni por sabiduría y sensatez, sin embargo, incompresiblemente, al igual que en Europa, se han impuesto en nuestro país.

Los partidarios del desarrollo sostenible, que no nos olvidamos de que la primera palabra es “desarrollo”, tenemos la obligación de desenmascarar a estos fundamentalistas. Debemos incrementar nuestra presencia en la sociedad para explicar hasta qué punto son erróneas las propuestas del ecologismo radical, enfrentándolos a sus contradicciones, en la seguridad de que no van a cambiar sus posturas, pero con la certeza de que una vez que los ciudadanos los vean como realmente son, integristas e infantiles, no les prestaran su apoyo.

Todo fundamentalismo tiene su paraíso, y en el caso del ecologismo éste describe un mundo libre de la intervención humana, donde los ecosistemas evolucionan única y exclusivamente a través de las leyes de la naturaleza. La única forma de alcanzar este paraíso implica una densidad de población humana que nos remontaría al origen de nuestra especie, lo que al margen de si es deseable o no, parece bastante difícil hoy en día que hemos rebasado ya los 8.000 millones de seres humanos. Los ciudadanos nos enfrentamos a una disyuntiva debiendo elegir entre dos modelos:

1. Un ecologismo radical, que desconfía de la capacidad de conocimiento del ser humano y, por ello, en el fondo es más “conservador” que “conservacionista”. Que busca volver a un “paraíso primigenio” que, en realidad, nunca existió y que encuentra en el tamaño de la población humana su principal problema para alcanzar algo parecido.

2. El modelo racional de aquellos que apuestan por el ser humano y su capacidad tecnológica para utilizar de una manera sostenible los recursos naturales.

Las sociedades inteligentes son las que hacen de la necesidad virtud. En este momento Europa se enfrenta a desafíos existenciales que pueden suponer su desaparición como agente político global o, si acierta, nos puede llevar a ocupar el lugar preminente que por historia y merecimiento nos corresponde.

Si nuestros políticos siguen actuando como ellos creen que debería ser el mundo y no como realmente es, salvo que los ciudadanos reaccionen apartando de forma definitiva a los soñadores y a los incapaces, el fracaso será estrepitoso.

Necesitamos unos políticos capaces de definir una Nueva Agenda 2030, que establezca la estrategia política y económica para los próximos 7 años. Para evitar la confusión del ciudadano la llamaremos Europa Horizonte 2030. (1)

En este nuevo concepto, fijaremos las bases de crecimiento económico necesario para los sectores que deben ser claves en el futuro de Euro, tales como el sector primario, que hoy solo representa el 1,6% del PIB de la Unión Europea; el sector industrial, que ha bajado más de 2% con respecto al año 2000, en el que deberemos incluir una industria militar propia; el sector de la Administración Pública, que ha subido casi un 1% en todo el conjuntos de la UE en los últimos 20 años, convirtiéndose en el principal cáncer de su economía. (2)

Tendremos que dejar clara cual debería ser la posición de la UE en el entorno energético, y en todos los otros conceptos “woke” que estamos importando y que desarrolla claramente al posicionamiento anti liberal que está tomando la Unión Europea en estos momentos.

En el actual mundo globalizado, caracterizado por el surgimiento de varios polos de poder que desafían la primacía de occidente, la alternativa no versa sobre la necesidad de más Europa, sino sobre qué modelo queremos. Uno en el que la clase preponderante sea la política y, por tanto, la burocracia aplaste la libertad y el desarrollo; o una comunidad, donde los individuos sean libres para competir y crear riqueza. En definitiva, los ciudadanos europeos debemos decidir qué tipo de élite debe predominar, la de los “reguladores” o la de los “creadores”.

Desde esta plataforma de pensamiento, los autores de este documento iremos publicando nuestras ideas, con el objetivo de crear una corriente de opinión para la creación de un documento “Europa Horizonte 2030” que recoja todas estas ideas y principios que permitan reconducir a Europa a la posición líder que nos corresponde.

Tenemos que poner a producir a España y a Europa, para desde la fuerza económica desarrollar un poder militar disuasorio que nos permita reafirmar y vivir con nuestros valores: separación Iglesia y Estado, soberanía de la ley, democracia, libertad y derechos humanos, no en contraposición ni frente a nadie, sino porque estamos convencidos de que éstos son los únicos que se han demostrado útiles a lo largo de la historia, en la construcción de sociedades donde el individuo puede desarrollarse plenamente.


  1. En definitiva, tenemos que definir una Nueva Agenda 2030, que defina claramente la estrategia política y la estrategia económica para los próximos 7 años y para evitar el que la gente se confunda la llamaremos Europa Horizonte 2030.

  1. Que es uno de los cánceres que más drena recursos económicos para invertir en otras áreas y donde además deberemos de dejar clara la posición política donde el liberalismo de las ideas esté por delante de los filibusterismos de la izquierda.

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