Luis de Molina, junto a otros miembros de la Escuela de Salamanca establecieron una teoría del valor basada en una perspectiva subjetiva. Según esta teoría, el valor que se le otorga a un bien varía entre las personas, por lo que el precio justo sería aquel que se alcanzara de mutuo acuerdo en un contexto de libre comercio. Es decir, dejando que los precios se establecieran de forma natural en función de la relación entre la oferta y la demanda.
Otra aportación relevante que introdujo la Escuela de Salamanca, y en particular Luis de Molina, se dio en torno al concepto del interés del dinero. Hay que recordar que el cobro de intereses en aquel entonces se consideraba usura, y era una práctica considerada inmoral. De hecho, el Segundo Concilio de Letrán condenó los intereses en el pago de las deudas y en el Concilio de Viena su práctica se calificó incluso como herejía, como afirma el padre Gómez Camacho en su trabajo “La usura en los doctores salmantinos”, Historia de la propiedad: crédito y garantía, Salamanca, 2007, pp. 101-126.
Aunque los primeros escolásticos mantuvieron esta actitud crítica hacia la posibilidad de cobrar intereses por las deudas producidas, la Escuela de Salamanca defendió su legitimidad con tres argumentos: (i) Que ese pago podía ser considerado una especie de prima de riesgo ante la posibilidad de que el prestatario no devolviese el capital al prestamista. (ii) Que era una forma justa de compensar el “coste de oportunidad” que significaba prestar el dinero. (iii) Que el dinero era un bien mueble y que, en consecuencia, se podía establecer un precio por su adquisición. Para ahondar sobre este punto puede consultarse el trabajo de Gómez Camacho, “La teoría monetaria de los doctores españoles del siglo XVI”, Moneda y crédito, Nº 172, 1985, pp. 55-92.
En consecuencia, puede afirmarse que la Escuela de Salamanca fue también precursora de las bases de las finanzas modernas, que, a pesar de sus desviaciones especulativas posteriores, en su momento sí permitieron generar un incuestionable crecimiento económico impulsando la revolución industrial y allanando el terreno para el desarrollo posterior de las ciencias económicas modernas, tal y como sostiene el padre Gómez Camacho en sus trabajos: “El pensamiento económico de la Escolástica española a la Ilustración escocesa”, El pensamiento económico en la Escuela de Salamanca: una visión multidisciplinar, 1998, pp. 205-240; y más recientemente “Pensamiento monetario de la escolástica española de los siglos XVI y XVI”, en Modernidad de España: apertura europea e integración atlántica, 2017, pp. 303-320.
La Escuela de Salamanca también propició un cambio fundamental sobre la teoría de la propiedad privada. Pasó a ser considerada como un elemento positivo para el desarrollo social y económico, en contraposición a otras visiones religiosas pretéritas que predicaban la pobreza y la desposesión. Luis de Molina consideró que la propiedad privada tenía como consecuencia un mayor cuidado de las posesiones, frente a la falta de cuidado y atención que algunas veces recibían las propiedades comunales. Además, vinculó la libertad económica y de comercio con el concepto de libre albedrío, concedido al ser humano por la gracia de Dios. Esto llevó al jesuita a defender que estas libertades eran imprescindibles para la existencia de la noción de sociedad, ya que sin libertad de pensamiento y de acción, su existencia no tiene sentido. Esta libertad, connatural al ser humano, debía por tanto extenderse a las decisiones sobre cuestiones que afectan al bienestar material.
La relevancia teórica de Luis de Molina puede sin duda contribuir a la reflexión crítica sobre las políticas económicas y regulatorias que se llevan a cabo para responder a los desafíos actuales del mercado y de la sociedad. Una aproximación contemporánea al probabilismo y casuismo de Luis de Molina puede ayudar a situar el debate sobre los principios que deben guiar la función y actuación de nuestras instituciones políticas y jurídicas, y a la clarificación y definición de sus procesos de deliberación. A este respecto, resulta de sumo interés el trabajo del padre Gómez Camacho, “Probabilismo y toma de decisiones en la Escolástica española”, Historia de la probabilidad y de la estadística, 2002, pp. 81-102.
Recuperar el legado de la Escuela de Salamanca y en concreto de Luis de Molina puede contribuir por tanto a cuestionar las soluciones abstractas y mecanicistas de ciertas ideas económicas y legislativas que subyacen a ciertos conceptos y metodologías que en numerosas ocasiones disuelven la compleja realidad humana concreta dentro de un determinismo causal de fuerzas y leyes ciegas que se mueven presumiblemente bajo los principios de necesidad y objetividad. Por esta razón, recuperar a Luis de Molina, y en general a la Escuela de Salamanca, es una tarea que merece la pena para fundamentar una crítica sólida a los modelos que han contribuido, en mayor o menor medida, al surgimiento de la crisis sociopolítica y económica mundial en la que nos encontramos, que es ante todo una crisis ética y antropológica.
Profundizar en el pensamiento de Luis de Molina, y en la Escuela de Salamanca, contribuye, en este sentido, a enriquecer el cuestionamiento crítico de las causas profundas de la crisis sistémica contemporánea y a renovar el interés por recuperar y mejorar los fundamentos morales del Derecho y de la Economía.
*Extracto de la ponencia del autor en Esade (Barcelona), 5 de abril de 2022.
La Escuela de Salamanca ¿por qué hay que recuperar su legado?
https://www.elmundofinanciero.com/noticia/105876/analisis-y-opinion/la-escuela-de-salamanca-por-que-hay-que-recuperar-su-legado.html
Luis de Molina: un jesuita fundamental para entender la economía y el derecho
https://www.elmundofinanciero.com/noticia/105971/analisis-y-opinion/luis-de-molina:-un-jesuita-fundamental-para-entender-la-economia-y-el-derecho.html