Como le diría Edgar Morin, el admirado teórico de la teoría de la complejidad, el sacrificado de dicha complejidad, la víctima, no puede ser el bien común de la mayoría de los españoles. Para pensárselo. Pero en una entrevista reciente, el Presidente Sánchez ha afirmado que es menester tomarse en serio el sistema autonómico, asociándolo a las cesiones al separatismo delincuente e indicando que tomárselo en serio significa pura y llanamente seguir cediendo competencias a troche y moche sin parar, pero arbitrariamente y desigualmente. Resultaría que los que no estamos tan seguros del efecto final sobre el interés general de esa dinámica de desaparición del Estado no nos tomamos en serio el sistema autonómico. ¡Pues hasta aquí llegó la riada, hombre!
No le concedemos a nadie mayor seriedad, mayor preocupación, mayor gravedad a la hora de abordar el desarrollo de nuestro sistema autonómico que el que hemos mantenido, escrito y manifestado en Instituciones españolas y europeas desde el día mismo de la votación en el referéndum de la Constitución de 1978. Y mucho más en serio que el Doctor Sánchez. Por eso conviene recordar un par de cositas elementales. La primera es que, como escribió certeramente el profesor Francesc de Carreras, el sistema autonómico es un instrumento, una martingala para trabajar en la creación de un mecanismo que impulse una mejor y más próspera convivencia entre los ciudadanos españoles libres, iguales y solidarios. Pero el sistema autonómico no es esencial, ni inherente a la esencia de la democracia española, es una tentativa de un método para hacerla mejor. Por lo tanto recordaremos otra evidencia: puestos a tomarse en serio los instrumentos, nunca debe dejarse de tomar en serio la finalidad suprema de usar esos instrumentos: el bien común de los españoles en los que descansa la soberanía nacional. Si uno no se toma en serio el conjunto de los ciudadanos españoles, que es lo que constituye España, su porvenir y el devenir de su libertad, igualdad y solidaridad, es inútil, deshonesto y contraproducente tomarse en serio el mero instrumento,que se utilizaría entonces…¿para qué objetivo?
En tercer lugar conviene aclarar también que los principios del sistema autonómico están en nuestra Constitución de 1978 y que eso no se puede discutir. (Aunque no figura en la CE ni siquiera las fronteras interiores que se crearon después) Pero como todo principio constitucional, es menester posteriormente desarrollarlo, hacerlo práctico, óptimo para la prosperidad y convivencia común, sin nunca atentar contra los derechos fundamentales de la ciudadanía (por ejemplo igualdad y no discriminación…). De lo que se deduce que tomarse en serio el sistema autonómico no requiere, de inmediato, reformar la Constitución, tal vez nunca, sino evaluar el desarrollo que se le ha dado a la luz de las evidencias que nos están estallando en la cara, y ver si otro sería mejor.
Quienes nos tomamos muy en serio el sistema autonómico, señor Sánchez, y más desde el centro izquierda,entendemos que es hora (incluso tarde) de evaluar esféricamente (desde todos los ángulos) sus efectos sobre la sociedad española, sobre su bienestar, sobre el desarrollo de los derechos civiles y fundamentales, sobre su educación, sobre su seguridad jurídica, sobre…la corrupción, incluso. La manera menos seria de tomarse el sistema autonómico es lanzarse a una cesión arbitraria y discriminatoria de competencias y dinero. La manera más seria es preocuparse de qué hemos hecho bien, mal, o desastrosamente mal, y después tomar decisiones. Cosa que podría hacer, como en las democracias europeas, con un Gobierno de salvación nacional emanado de estas mismas Cortes… ¡Calla corazón, que me pierdes!