En el caso de Sánchez y su indocumentada tropa no hay proyecto, ni rumbo, ni cohesión, ni coherencia, ni horizonte… salvo el que marca, en clave puramente unipersonal, sectaria, ciega y sorda el inquilino de La Moncloa.
La meta es seguir y seguir y seguir, a cualquier precio. Da igual saltarse un ‘ceda el paso’ o un ‘stop’ porque dan igual las señales. Y, por descontado, da igual que se provoque un accidente en cadena o se atropelle a un peatón; los muertos y los heridos o mutilados que se quedan por el camino o en la cuneta poco o nada importan. No hay reglas, salvo la de la jungla. No hay sometimiento a ley alguna sino quebranto de la misma apuñalando la separación de poderes y los juegos de contrapesos y controles de cualquier democracia que se precie.
El afán por aguantar está alcanzando límites más dignos y propios de ser analizados en el diván, por su carácter visiblemente -no es acusación sino constatación y descripción- ‘enfermizo’.
La española va siendo (¡ay, el sistema educativo!) una sociedad no desmemoriada sino analfabeta en términos de conocimiento de su propia Historia. Aquellos que nacieron en democracia, desconocen los efectos de lo que significa retroceder en el tiempo, en los derechos y las libertades individuales, y de ahí que muchos de ellos entiendan que la regresión de Sánchez y su indocumentada tropa no es tan grave, no es tan dañina, sino que su denuncia obedece a una mera ‘dramatización’ de la derecha.
No es así. Sánchez es hoy poco más que un cacique,terriblemente lesivo para el interés de los españoles. Y como ocurre en los sistemas caciquiles o tiránicos, su caída es imposible que venga determinada por lo que más que una oposición va tomando forma de disidencia. Será necesaria una palanca, un impulso, una ‘acción interior’. ¿No queda en la vasta legión del socialismo español una mínima parte -alguna división aislada- con un gramo de dignidad para forzaral autócrata a cambiar el paso? ¿Somos, como sociedad, conscientes de la formidable dificultad de reparar -nada es eterno- los destrozos extremos del caudillo, del consorte de Begoña?