Las sanciones por la arbitraria invasión de los blindados en febrero de 2022 han golpeado duramente la economía del Kremlin. Elvira Nabiúllina, presidenta del Banco Central de Rusia, reconocía ante los diputados de la Duma que las reservas están a punto de acabarse y la verdadera crisis llegará entre el segundo y el tercer trimestre de 2025. Un brete galopante que ha disparado los tipos de interés hasta el 21% al rondar la inflación el 10%. El ministro de Economía, Maxim Reshetnikov, advertía del riesgo de caer en recesión, una previsión corroborada por la agencia Bloomberg que tuvo acceso a documentos del banco en los que se admite que los datos de impago son cada vez peores y no se quieren reflejar en los informe públicos (más información al enlace https://shorturl.at/2c2g4).
Pero durante la cumbre de Riad celebrada en marzo (del 23 al 25, NdA) las dos delegaciones abordaron temas de seguridad y también cómo facilitar la reintegración total de Rusia en los sectores claves de la economía global. Según Kiril Dmitriev, director ejecutivo del Fondo Ruso de Inversión Directa, los funcionarios de las dos potencias revisaron áreas específicas de cooperación y también proyectos conjuntos en el Ártico que inquietan tanto a Canadá como a Dinamarca. Mario Jiménez, analista financiero de Repsol, alude a la joint venture puntual entre ExxonMobil y Rosneft para la “explotación de hidrocarburos en el mar de Kara con yacimientos estimados de alrededor de 1300 toneladas de petróleo”.
Sin embargo el coloso estadounidense se retiró en 2018 tras la imposición de sanciones occidentales en respuesta a la anexión de Crimea por parte del Kremlin. Un círculo vicioso que nos proyecta en el día de la marmota. Entonces la cooperación parecía compleja por los significativos costes de extracción y la caída de los precios del crudo en 2014. Para la multinacional estadounidense invertir en una zona inhóspita como el Ártico conlleva mayores riesgos que en lugares como Brasil, el Golfo de México o la exportación de gas natural licuado (GNL), siendo España uno de los principales adquirentes. Tras la invasión rusa de 2022 ExxonMobil perdió 4 mil millones de dólares de inversión en el proyecto Shakalin-1 ubicado en el lejano oriente ruso.
A estas dificultades cabe añadir el complejo panorama geopolítico. Aunque Trump decidiera relajar las sanciones, los inversores potenciales difícilmente se arriesgarían ante la eventualidad de un nuevo mandatario o un imprevisto cambio de opinión del mismo tycoon, método perfectamente calibrado por un renqueante dignatario del sur de Europa. Además, existen obstáculos financieros y legales a raíz del distanciamiento de bancos y aseguradoras occidentales del mercado ruso.
La política económica de Rusia tampoco ayuda. El Kremlin está cada vez relacionándose más estrechamente con China para paliar sus dependencias tecnológicas. Y si bien invasión de Ucrania no fue del agrado de Xi Jinping, el dragón asiático no puede permitirse una derrota de Moscú en la ex república soviética como aseguraba el responsable de Asuntos Exteriores (AA.EE.) a la jefa de la diplomacia comunitaria Kajia Kallas en un recién encuentro en Bruselas. Por lo tanto el regreso a esquemas de cooperación del pasado no es bienvenido.
Hipotéticamente, es probable que si se lograra el contexto político favorable para una nueva sinergia energética entre Washington y Moscú, grandes multinacionales como Phillips 66, Novatek, Chevron, Marathon o la misma Gazprom - hundida por una política empresarial nefasta - estarían interesadas en participar. La implicación estadounidense marcaría un punto de inflexión consistiendo la política actual de la Casa Blanca en bloquear o ralentizar proyectos mediantes sanciones. Y la cooperación ártica podría extenderse también al sector de los minerales críticos y las tierras raras. Pero es altamente probable que seguirán faltando las garantías económicas y políticas a largo plazo.
En marzo de 2025 han aparecido en la prensa especializada noticias acerca de una eventual reapertura del gasoducto Nord Stream 2 con participación estadounidense siempre que cese la guerra en Ucrania (es posible consultar la información al enlace https://shorturl.at/ddqpk). Quienes más aplaudieron la idea han sido los gerifaltes de Alianza por Alemania (AfD en lengua teutona, NdA) que mantienen excelentes relaciones con el Kremlin y fueron apadrinados por Elon Musk durante la tormentosa campaña electoral. Según el Financial Times, detrás de la operación se ubicaría Matthias Warning, un ex agente de la Stasi, que mantiene excelentes relaciones con Putin, Gazprom y un no bien identificado consorcio de inversores estadounidense (es posible acceder al texto completo a través del link https://shorturl.at/yJY2G).
Las dificultades son considerables. Washington debería levantar las sanciones a Moscú, el Kremlin abrir el grifo y Berlín posibilitar el flujo de hidrocarburos a clientes europeos. Además el sistema comunitario, principal adquirente de GNL, incrementaría su dependencia de unos EE.UU. que asumiría el papel de intermediario en las importaciones procedentes del vasto territorio ruso. Los líderes comunitarios del Viejo Continente empiezan a temer que Trump utilice las exportaciones como arma política y por ende asistimos a bochornosos gestos de vasallaje hacia el republicano de algunos líderes europeos si bien trátense de mera realpolitik. Según Riccardo Redaelli, académico transalpino, el plan de la Comisión Europea (CE) para cesar toda importación de energía de Rusia antes de 2028 “es un brindis al sol”. “Es posible”, añade, “que la inestabilidad económica y la tendencia de los mercados energéticos obliguen al gobierno comunitario a revisar sus cálculos respecto a las importaciones de gas”.
Es importante recordar que en 2024 los hidrocarburos rusos ascendían a 54 mil millones de metros cúbicos, alrededor del 18% de las adquisiciones totales de la UE con un aumento de la compra de GNL del 60% a partir de 2022. Existe otra posibilidad, reanudar el tránsito de gas a través de Ucrania. Opción que cuenta con el respaldo de políticos alemanes y húngaros y es sobre el papel más viable que Nord Stream 2 al no existir obstáculos legales. La infraestructura sufrió graves daños por los combates pero una de las dos líneas permanece intacta según un dossier de la inteligencia teutona. Pero todo depende de que los acuerdos de paz sean viables y sostenibles.
Es probable que el gran beneficiado de un potencial acuerdo energético sería Rusia. Pero Washington necesita mirar a largo plazo y anticiparse a los movimientos de principal adversario, la República Popular China. El GNL estadounidense hasta finales de 2024 representaba el 5,5 % de las importaciones totales del dragón asiático. Pero en el primer semestre de 2025 el porcentaje se ha reducido al 1,3% sin indicios de recuperación. La creciente electrificación del sistema energético e industrial de China representa uno de los grandes pilares para garantizar su independencia y seguridad. El dominio sobre la tecnologías de transición energética ofrecen una ventaja estratégica y una poderosa herramienta para la diplomacia geoeconómica (el 31 de marzo El Mundo Financiero tenía la cortesía de publicar este artículo https://shorturl.at/epwic).
Una Rusia alineada con Pekín y receptora de bienes energéticos de bajo coste es un escenario que la administración estadounidense quiere evitar. Y Trump no tendrá ningún inconveniente o reparo en sacrificar las relaciones con Europa si esto le posibilita reforzar el vínculo con el Kremlin. Parafraseando a George R.R. Martin, “Winter is coming”.