Existe en la psicología social un efecto conocido como Dunning-Kruger que sostiene que son muchas las personas que se consideran más inteligentes de lo que realmente son. Se conoce también como el síndrome de la superioridad ilusoria del idiota.
Este efecto afecta a buena parte de la población que suele sobrevalorar sus conocimientos y aptitudes: quien no sabe cree que sabe mucho más de lo que realmente sabe. Ahora bien, quienes más tienden a ese narcisismo intelectual son, precisamente, quienes están peor cualificados y además, gozan de gran poder en entornos culturales donde no son cuestionados por servilismo.
Esta premisa, que podría resumirse en una sola frase: cuanto menos sabemos, más creemos saber, fue demostrada hace ya más de 20 años por los psicólogos de la Universidad de Cornell Justin Kruger y David Dunning y, sin embargo, está más vigente que nunca debido a la crisis provocada por la COVID-19.
«La ignorancia es especialmente peligrosa cuando quien la ostenta, además, cuenta con poder o iniciativa. Eso es lo que probablemente pueda acabar con nuestra sociedad: el síndrome de la superioridad ilusoria del idiota», afirma el escritor y conferenciante Álex Rovira, creador del curso online ‘Crea tu Buena Suerte’, sin pretender sonar alarmista.
Para el experto «estamos ante un momento decisivo como personas y como civilización en el que es más importante que nunca trabajar sobre valores humanos que crean valor económico y social para así hacer de la responsabilidad, el coraje, el propósito, la humildad, la confianza y el compromiso las claves de la innovación, la prosperidad y el crecimiento del futuro. Sin esos y otros valores humanos que son los verdaderos creadores de valor económico sostenible, el naufragio en esta crisis puede ser definitivo, porque siempre es la miseria moral la que crea miseria económica. Es la psicología la que crea la economía, y si quien tiene el poder es psicológica y competencialmente deficiente, los procesos y resultados generados por su gobierno y gestión inevitablemente lo son y nos llevan al abismo».
Además, para el escritor, la gran mayoría de la sociedad necesita ser consciente de que tiene poder sobre lo que a uno le ocurre en su vida y que puede crear su destino y su suerte. Este transformador, inspirador y práctico aprendizaje se puede lograr a través de su programa formativo online ‘Crea tu Buena Suerte’, que imparte en su escuela digital humanista.
Para Rovira, reconocido internacionalmente como uno de los mayores expertos en Psicología del Liderazgo, la situación que hemos estado viviendo a raíz del surgimiento de esta pandemia, requiere de una reflexión especial.
«El efecto Dunning-Kruger genera un sesgo cognitivo dramático ya que la evidencia empírica demuestra que los individuos incompetentes no solo son incapaces de reconocer su propia incompetencia, quizás más trágico que eso es que además tienden a sobreestimar su propia habilidad, y aún peor, carecen de la habilidad de reconocer la competencia de otros que realmente saben. Ese alejamiento múltiple y grave del principio de realidad lleva a generar cadenas sistémicas de errores no reconocidos y, lo que es más grave, de mentiras para ocultar los errores. El binomio error más mentira es insostenible y produce enormes pérdidas a todos los niveles y a gran velocidad», sostiene.Un binomio muy peligroso: estupidez y poder
Las personas incompetentes, pero que se sobreestiman, son incapaces de detectar y reconocer sus limitaciones al mismo tiempo que no suelen reconocer la valía del resto de personas.
«Cuando una de estas personas inconscientemente incompetentes ostenta poder del tipo que sea, político o corporativo, el peligro se vuelve real, porque son personas que actúan creyendo que son expertas, y tienden a rodearse de falsos expertos con también muy bajo nivel de competencia quienes no se atreven a romper el espejo narcisista del líder incompetente, ya que todos los miembros del sistema perverso de gestión sostienen su mutua incompetencia y su reflejo narcisista, y en consecuencia jamás reconocen sus errores que acaban ocultando con mentiras hasta lo que gestionan o gobiernan entra ya no en crisis, sino en catástrofe. La crisis admite reversibilidad, la catástrofe no», añade Rovira.
El efecto Dunning – Kruger y sus consecuencias en la gestión de la crisis de la COVID-19
Emerson, el gran filósofo norteamericano, afirmó: «antes de adquirir un gran poder debes adquirir la sabiduría para saberlo gestionar».
Para Rovira, gestión y competencia objetiva deben ir necesariamente de la mano. Quien asume unas responsabilidades para las que no ha estudiado o no ha sido preparado caerá inevitablemente en una cadena de errores cuyo resultado final sea crítico. Quien ocupa un cargo de alta responsabilidad sin tener la competencia para ello, normalmente llega al cargo desde el favor, la deuda pendiente o la cuota asignada no desde la objetividad de la capacidad. Hay sistemas políticos en los que las habilidades para llegar al poder no tienen nada que ver con las competencias necesarias para ejercer con dignidad, solvencia y eficacia tal poder.
«Existen personas del ámbito de la medicina y facultativos muchísimo más y mejor preparados que los actuales cargos políticos para afrontar y gestionar esta situación, que se ha saldado con un precio altísimo, vidas humanas y resultados nefastos», añade el autor.
¿Qué puede aprender la sociedad del efecto Dunning – Kruger?
Humildad: saber escuchar, reconocer la propia incompetencia, tener voluntad de aprender, corregir, subsanar y rectificar. Respetar y dar paso a las personas que realmente saben, porque su experiencia, su ciencia, su rigor y su trayectoria así lo demuestran.
Crítica: la deficiencia del incompetente con iniciativa se convierte fácilmente en error, el error se convierte en mentira por la inexistencia de espíritu de autocrítica y la mentira lleva a la implosión y al naufragio. Por ello es imprescindible que, si el sujeto que mal gestiona y su entorno carecen de sentido autocrítico, otras fuerzas ejerzan de contra-poder, denuncia y rectificación para evitar el hundimiento.
Responsabilidad: para Rovira, también existe una clase política que es competente, eficaz y decente, pero si se da poder a quien no tiene la sabiduría necesaria para asumir las responsabilidades asociadas a un cargo, quien lo otorga, sea la ciudadanía, sea un órgano de gobierno, es también co-responsable de los errores que cometa el líder incapaz en el ejercicio de su cargo.
Para el escritor y consultor empresarial, al mismo tiempo que depositamos confianza en un cargo, la sociedad no puede olvidar que también tiene el derecho y la obligación de pedir rendición permanente de cuentas a sus líderes por sus gestiones.
Vídeo completo de Álex Rovira sobre el efecto Dunning-Kruger, aquí.