En los últimos siete días ha sido muy celebrado un manifiesto firmado por patriotas relevantes de muchas tendencias, y muy particularmente por los escasos que subsisten de izquierdas, como mis amigos José Luis Corcuera, Joaquín Leguina, Nicolás Redondo hijo, etc… El escrito, de concisa claridad, exigía la dimisión del Vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias el mozo, por sus barrabasadas en contra del bien común de los españoles, en contra de la Constitución que era preceptivo prometer si la Batet no hubiese “hecho la vista gorda”, y en contra de la imagen, el prestigio y la fortaleza de la Democracia española en el contexto internacional.
El texto exponía muy bien las intolerables actitudes para este, o cualquier otro Vicepresidente del Gobierno de España, y apuntaba las gravísimas consecuencias negativas para el interés general así como el absurdo peligroso de que siguiera en puestos de Gobierno. Y por ello exigía su dimisión.
La honestidad, claridad y solemnidad cancilleresca del texto invitaba a cualquier persona de bien que residiera en la UE, al menos, a firmar y adherirse a la idea. Sin duda el que este billete firma lo hubiese hecho con gusto…. antes de darle una vuelta de tuerca.
Leyendo con redoblada atención y perspicacia, se repara que una parte del texto cita de pasada cómo Pablo Iglesias Turrión ha llegado a tan alta posición del Gobierno del Reino de España. (Recordemos que en caso de imposibilidad del Doctor Pedro Sánchez y de Doña Carmen Calvo de ejercer sus funciones, por las razones que sean, Pablo Iglesias el mozo se convierte automáticamente en Jefe de Gobierno). Se viene a decir que se le “invitó” generosamente a incorporarse a un proyecto de Gobierno al servicio del bien común, pero se ha demostrado posteriormente que no ha sido merecedor de tal “invitación”, por lo que se le insta a dimitir.
Y, pensándolo bien, de eso nada, que la Virgen lo ve todo. Pablo Iglesias el mozo lo que ha hecho, desde tiempo y sistemáticamente, es méritos para ser cesado fulminantemente y con deshonor. Ha avergonzado, humillado, incluso ofendido a la mayoría de los españoles, y ha traicionado, sencillamente, tanto al bien común como a la democracia española. Por lo que debemos exigir que sea cesado, inmediatamente, por quién le nombró. ¡Que se le despida ya, sacándole los colores!
Pero él no está ahí por una amable invitación generosa y probatoria del Doctor Sánchez, él está ahí por una decisión voluntaria del Doctor Sánchez, dentro de una estrategia destinada a que él se apropiase de la jefatura de Gobierno, para sus intereses. Para la cual no dudó en forzar una serie de decisiones, absolutamente contrarias a lo que prometió en campaña, gravísimo engaño anti democrático, como facilitar la “cuasi” prevaricación de la Batet, la putrefacción de la Justicia, la aceptación del contradios anticonstitucional de “Nación de naciones”, el pacto con Bildu y otros filo-terroristas, la recepción ultrajante de Delcy Rodríguez, etc.. El nombramiento de Pablo Iglesias es una pieza más dentro de una estrategia “pro domo suo” para mantenerse en el poder así le aspen al bien común y al buen nombre de España. Por lo que sí hay que pedir una dimisión después de todo: la del Doctor Sánchez. La del que nombró al fulminantemente repudiable Pablo Iglesias, traicionando todas sus promesas. No nos engañemos, no sigamos blanqueando atentados a nuestro bien común, no sigamos desresponzabilizando a los verdaderos culpables. Iglesias sí, Sánchez tampoco…