Según los portavoces de la Casa Blanca la misión tendría como objetivo dificultar el tránsito de lanchas cargadas de droga. Hasta el momento se han bombardeado más de veinte embarcaciones con más de 80 personas a bordo. La versión oficial habla de narcotraficantes que transportaban cocaína con destino EE.UU., pero no se ha aportado ninguna prueba y es de dominio público que el tránsito de las sustancias estupefacientes pasa por estaciones intermedias como Nicaragua o México.
Las dudas sobre las verdaderas razones del despliegue son más que legítimas. Ninguna operación antidroga precisa de similar movilización castrense y el ajetreo judicial en Nueva York de cara a la testimonial de Hugo “el Pollo” Carvajal, con oscuras derivadas que afectarían al ex presidente de España José Luis Rodríguez Zapatero, añade más pólvora a la ecuación explosiva.
En Caracas Nicolás Maduro habla sin ambages de una potencial invasión y ha dado órdenes precisas de movilizar al ejército y a formaciones paramilitares bolivarianas. Los gerifaltes del régimen dictatorial, in primis el todopoderoso ministro del Interior Diosdado Cabello, advierten de un futurible estado de sitio con un corte nacional de las telecomunicaciones. “Estamos preparados ante cualquier escenario, defenderemos la revolución contra el ataque imperialista”, precisaba el maturinés.
En una interesante entrevista a la BBC (más información al enlace https://shorturl.at/qVWDE), el diplomático estadounidense James Story explicaba que una invasión militar es “casi irrealizable por motivos logísticos. Venezuela es un territorio enorme y Washington no ha desplazado los medios logísticos necesarios”. Quién hasta 2018 trabajó en la Embajada de EE.UU. en Caracas detalla que “en el Caribe disponemos actualmente de 10.000 soldados, cuándo harían falta como mínimo 30.000 marines. Pero es evidente que las movilizaciones no son las de una operación antidrogas, por necesaria que sea”.
Hace un mes Trump, cuya verborrea suele jugarle malas pasadas, habló de simulacros de la comunidad de inteligencia ante eventuales intervenciones en suelo venezolano. Una declaración inusual dato que el secretismo y la discreción son de obligado cumplimiento en escenarios similares y en cualquier maniobra preventiva. En las unidades de información de la Guardia Civil y del Cuerpo nacional de Policía sigue el enojo por la incompetencia del ex ministro del Interior Jorge Fernández Díaz cuando, en enero de 2014, comunicó varias detenciones contra el entorno de los abogados de ETA y ni siquiera los agentes habían iniciado la operación.
Cualquiera que se informe sobre el fenómeno del narcotráfico hacia EE.UU. sabe que el problema no es Venezuela. El tránsito de cocaína es inferior al 5% y ninguna droga sintética es fabricada en aquel territorio. Son evidentemente otras las razones que motivan a Trump para que haya un cambio de régimen en Caracas. Sus fiscales – ¿la Fiscalía de quién depende? – acusan a Maduro de liderar una organización criminal y es factor desestabilizador para los intereses estadounidenses en Latinoamérica. Sin mencionar la presión migratoria, ya que una cuarta parte de la población venezolana ha abandonado el país en la última década. Un ex agente del SEBIN que optó por desertar y ha encontrado cobijo en Italia, tierra de sus progenitores, incide en que “el problema migratorio es lo importante, no las drogas. Nueve millones de personas se han ido, y el éxodo continuará si no se crean las condiciones para mejorar la vida de la población”.
La victoria electoral de Edmundo González, cuyo destierro en Madrid con la colaboración de las autoridades diplomáticas españolas fue aberrante, y la concesión a María Corina Machado el premio Nobel por la Paz han marcado un punto de inflexión en la aceptación de la dictadura chavista entre los venezolanos.
No se descarta que Trump esté utilizando el Mar Caribe como campo de prueba. Buques norteamericanos han atacado dos embarcaciones a una distancia de 400 millas náuticas de Acapulco. Valentina Tenti, investigadora sobre crimen organizado, señala que “la gran mayoría de la cocaína producida en Colombia sale de Ecuador y llega a EE.UU. cruzando el Pacífico, mientras que las drogas sintéticas se fabrican en México” para luego ser comercializadas por bandas de moteros estadounidenses, como demuestra el periodista Jesús Esquivel en su fantástico libro Los carteles gringos. “Quien sabe”, apostilla Tenti, “si Washington está dispuesto a exportar este modus operandi”.
Por ahora, desde EE.UU. se están lanzando bombas psicológicas. Mostrar los dientes para intimidar al régimen y quebrar la lealtad del estamento militar al ex conductor de autobuses. Como ocurre en estos casos, las elucubraciones se disparan. Medios locales informan de eventuales planes de fuga de superbigote y el Gobierno de Qatar no ha perdido tiempo en ofrecerse como eventual mediador. Machado no descarta participar en una fase de transición si una potencia externa asegura su incolumidad.
Los históricos aliados del chavismo tienen otras preocupaciones. China afirma estar siguiendo de cerca los acontecimientos, pero está más interesada en reforzar su penetración africana. El Kremlin podría optar por un desenlace sirio, con Maduro y al-Asad platicando en Moscú, y Teherán sigue lamiéndose las profundas heridas del ataque israelí. En Sudamérica la preocupación crece en aquellos gobiernos que no son abiertamente hostiles a Caracas. El colombiano Gustavo Petro, cuya administración podría implosionar por los graves escándalos de corrupción, ha sido muy crítico con las operaciones militares en el Caribe. Brasil afirma estar dispuesto a intervenir diplomáticamente, pero la gran preocupación es cómo afrontar una ola migratoria en caso de un conflicto interno.
EE.UU. podría optar por bombardear presuntas bases de narcotráfico en territorio venezolano. Las defensas aéreas son incapaces de responder a los misiles Tomahawk. Si Maduro optara por atrincherarse en el Palacio de Miraflores, la única opción sería una invasión terrestre. Un escenario que difícilmente se aprobaría en el Congreso y que deslegitimaría ulteriormente a Trump, el mandatario que prometió en campaña electoral repatriar a los soldados y no involucrarse en guerras ajenas. Pero el futuro es camaleónico teniendo en cuenta la imprevisibilidad del tycoon y la obstinación de Maduro.
Lo única certeza es que Víctor de Aldama, José Luis Abalaos o Koldo García Izaguirre no recibirán a Delcy Rodríguez en caso de que aterrizada en Barajas. El único que podría hacerlo es un vehículo presidencial…