En segundo lugar, nos gustaría hacer una serie de reflexiones, respecto al marco analítico de las relaciones entre la Unión Europea y Turquía: el mismo, debe ser estudiado teniendo en cuenta 3 niveles que podemos resumir de la siguiente manera:
El proceso de reformas internas llevado a cabo en Turquía:
El primero es la dimensión de las políticas internas: en el caso de Turquía, su motivación para entrar en la UE y convertirse en un país miembro está marcada por la democratización, la modernización y la occidentalización, esto es, por un profundo proceso de reformas. Además, Turquía tuvo que llevar a cabo una serie de olas de reforma y relaciones de tipo tanto civil como militar. Asimismo, la Unión Europea sirve como un ancla de garantía para las reformas democráticas, así como un vector, que podríamos calificar de motor catalizador para llevar a cabo las mismas
Después del fallido intento de golpe de Estado del 2016 hubo un importante impacto en la sociedad turca, así mismo, la guerra civil de Siria y la crisis de refugiados provocó una situación especialmente compleja en el país. Esto provocó una reforma constitucional que condujo a adopción de un sistema presidencial en detrimento del anterior sistema semipresidencial, con mayor influencia del parlamento y que incluía también la figura de un gobierno dirigido por un primer ministro. Turquía tenía un sistema semipresidencial y una de las razones que se esgrimieron para llevar a cabo la reforma para su conversión en uno presidencial fue poder formar parte de la UE. Esta razón, en mi opinión no es de peso, pues en la Unión Europea en la actualidad existen países con sistemas semipresidenciales como Francia, Polonia, Portugal, Rumanía, Bulgaria, Lituania o Finlandia, entre otros.
Con relación con esta última, el proceso de admisión está basado en el principio de progreso a través de la reforma. De igual modo, se llevaron a cabo unas reformas aceleradas condicionales entre el año 2001 y el 2005, también la abolición de la pena de muerte, la expansión de la libertad de expresión y el fortalecimiento de la supervisión civil sobre las fuerzas armadas. Sin embargo, después del año 2006 la probabilidad de entrar en la Unión europea era cada vez más baja. De hecho, tanto Austria como Francia estaban de acuerdo en que se celebrase un referéndum para decidir si Turquía debía entrar o no. Debemos de tener en cuenta, que para que un nuevo Estado entre a formar parte de la Unión Europea se requiere la unanimidad de todos los Estados miembros y bastaría con que sólo uno estuviera en contra para que esta situación no fuera posible. Hemos visto casos similares de bloqueo en el caso de la República de Macedonia del Norte por parte de Grecia, y posteriormente, por Bulgaria.
La evolución y transformación de la UE:
Por otro lado, el segundo nivel relevante si quisiéramos llevar a cabo una aproximación y análisis al Estado de salud en las relaciones entre la Unión Europea y Turquía, así como la situación actual del proceso, sería la evolución y transformación de la propia Unión Europea:
Tras las ampliaciones de la UE en los años 2004 (la gran ampliación al centro y este de la Unión Europea con diez nuevos Estados miembros, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Hungría, República Checa, República Eslovaca, Eslovenia, Malta y Chipre) y 2007 (con la incorporación de Rumanía y Bulgaria) se dio una reticencia tanto política como pública hacia un mayor aumento en el número de Estados miembros. En el año 2013, se produciría la última ampliación a Croacia. Asimismo, son de gran importancia los debates que tienen lugar en las instituciones de la Unión y la capacidad financiera para integrar nuevos miembros. También es necesario tener en cuenta el debate de las posibles salidas de la UE como fue el caso del Brexit, en el caso del Reino Unido, el 31 de enero 2020.
Un sistema internacional en transformación que provoca que numerosos Estados, como Turquía, y la propia Unión Europea entren en el debate de garantizar su autonomía estratégica:
En la actualidad, nos encontramos en un nuevo orden mundial en transformación en el que se pone en duda el orden multilateral y basado en normas surgido después de la II G.M. Están surgiendo nuevas organizaciones de cooperación regional, nuevos actores emergentes, y un papel cada vez más relevante de nuevas potencias medias con influencia regional, y algunas incluso con una vocación de proyección e influencia globales.
Así pues, existe un deseo de preservación de una autonomía estratégica multivectorial, incluso de alianzas por sectores: defensa, comercio, … sobre todo tanto la Unión Europea como otros actores emergentes y potencias medias quieren mantener su capacidad de autonomía para crear alianzas sin tener que entrar en la actual guerra arancelaria y de control de la revolución digital en la que nos encontramos inmersos.
El condicionamiento de una búsqueda continua de una autonomía estratégica en el contexto de un mundo multipolar emergente
Por otro lado, existe un amplio debate sobre la autonomía estratégica no sólo en la Unión Europea y Turquía, sino en muchos otros países del mundo. Es una posición pragmática que se está asumiendo por parte de numerosos Estados emergentes ante un mundo geopolítico tan cambiante donde las alianzas exclusivas cada vez están siendo más limitadas. Su significado principal es la capacidad de un actor, ya sea un Estado o una unión regional, de elaborar e implementar decisiones importantes en materia de política exterior y de seguridad de forma independiente, sin una subordinación a unos poderes más fuertes o a unas restricciones sistemáticas. De igual forma, en la perspectiva general, esta autonomía no tiene por qué implicar aislamiento, neutralidad, o anti-occidentalismo, sino, que puede ser una autonomía estratégica abierta. El objetivo principal que se persigue es la búsqueda de un margen de maniobra dentro del orden internacional. Además, este concepto es dinámico ya que, depende de las condiciones estructurales, las alianzas y las capacidades internas de cada Estado o bloque de integración regional. Su meta es la libertad respecto a la estrategia interna. Asimismo, combina las lógicas tanto de tipo ofensiva como defensiva para proteger la soberanía mientras se consigue una proyección de influencia. En el contexto de la UE el concepto de autonomía estratégica está definido como la capacidad de actuar de manera independiente cuando es necesario y con los socios cuando es posible. Inicialmente dicho término estaba enfocado en la defensa en la Estrategia Global de la Unión Europea en el año 2006. Actualmente abarca la soberanía en el ámbito tecnológico y digital, la seguridad respecto a las cadenas de suministros y a la energía, y la resiliencia económica y la flexibilidad de la política exterior.
En este sentido, cabe recalcar el cambio que ha supuesto pasar de un orden unipolar resultado de la victoria del mundo liberal sobre el socialismo real al desintegrarse el bloque soviético y la URSS, en el cual, Estados Unidos emergió como la única potencia hegemónica. En la actualidad, nos encontramos en un periodo de transición hacia un orden multipolar en el que se ofrecen nuevas oportunidades para poderes de nivel medio y actores regionales; pero tampoco sabemos a ciencia exacta cuál será su configuración. Por este motivo, otra de las características del mundo hoy es la competencia creciente y la incertidumbre. No obstante, es un nuevo mundo en el que tenemos que posicionarnos con seguridad en nosotros mismos y con convicción.
Este mundo en transformación, donde Estados Unidos ve puesto en duda su dominio indiscutible, así como la aparición y aumento de múltiples polos como China, Rusia, la UE, la India, entre otros actores, así como una exigencia de mayor protagonismo por parte del llamado sur global, conlleva la creación de un espacio en el que se posibilita el desarrollado de alineaciones diversificadas. Esto abre nuevas oportunidades de cooperación a la Unión Europea, a Turquía, y a ambos entre sí.
Después de haber quizás ofrecido a Turquía durante un espacio demasiado largo falsas expectativas para su incorporación plena a la Unión Europea, y ante la encrucijada en la que se encuentra inmersa la Unión Europea ante la existencia de países candidatos de los Balcanes occidentales, Ucrania o Moldavia, es más realista, trabajar en una cooperación entre la Unión Europea y Turquía donde se produzca una asociación estratégica privilegiada superior a la unión aduanera actual y como mínimo similar al marco del que gozan Noruega o Suiza. La UE y Turquía tienen un campo muy grande para seguir trabajando juntos ante los nuevos desafíos y oportunidades a los que nos enfrentamos. Esta cooperación debe ser leal y no sólo en los campos de control de flujos migratorios o lucha contra el terrorismo internacional, sino también en un plano económico, comercial, cultural y educativo, que tenga como consecuencia que el proyecto de construcción europeo continue siendo atrayente para Turquía. Para ello, ambas partes: la Unión Europea y Turquía debemos ser sinceros en nuestras perspectivas reales de cooperación y de integración regional.
Por último, respecto a las relaciones entre Turquía y España podemos destacar que las importaciones procedentes de España son prendas de vestir sin confeccionar, vehículos de carretera, productos de la industria automovilística, productos farmacéuticos, productos químicos y siderúrgicos. También es necesario recalcar en relación con el turismo, que en el año 2024 382.896 españoles visitaron Turquía. Para finalizar, mencionar la presente cooperación existente en materia de defensa. Dicha cooperación no sería posible si no existieran unos intereses comunes.
En resumen, es necesario destacar los shocks en el área geopolítica que indudablemente traerán consecuencias a nivel global como son la guerra entre Ucrania y Rusia, el conflicto de Gaza y la rivalidad creciente entre los Estados Unidos y China en los campos comercial y tecnológico, pero no sólo, sino que estos son cada vez persistentes en áreas mucho más amplias. Si Turquía se convertirá en un país miembro de la Unión Europea, un socio estratégico con un estatus especial o si se desarrollará una cooperación en áreas selectivas como son la energía, la migración y la seguridad, la respuesta no es encilla y los tres escenarios son posibles. Eso sí, por ambas partes es importante que exista sinceridad y claridad en los objetivos comunes que se pretenden alcanzar. En mi opinión, quizás que Turquía se convierta en un socio estratégico de la Unión Europea con un estatus especial en estos momentos observando la situación geopolítica mundial, los retos a los que se enfrenta la UE y el propio camino que está escogiendo Turquía mediante una legítima búsqueda de una autonomía estratégica sea en la actualidad lo más recomendable para ambos actores. El tiempo lo dirá.